17.10.08
A Contrapelo. Carta a Magaly Medina
Federico Salazar
Estimada Magaly:
Lamento mucho lo que estás pasando.
Muchas veces los informes que has propalado han servido para fiscalizar a personajes públicos. Algunas otras has emitido opinión o información que podía considerarse infractora de los derechos de las personas.
No soy quién para juzgar tu trabajo. Esta vez, sin embargo, te diré lo que ninguno de tus amigos o tus abogados va a decirte.
Si yo fuera tu abogado te habría aconsejado allanarte desde el primer momento en el caso de Paolo Guerrero. No creo que sea una buena estrategia recurrir al principio de la libertad de expresión.
El interés público es una cosa y otra, muy distinta, la difamación, la calumnia o la injuria. Tu trabajo, por su naturaleza, siempre lindará con la frontera de estas figuras delictivas.
El tuyo es un trabajo de riesgo. La línea que separa el derecho a informar del derecho a la intimidad, el buen nombre y la reputación es muy delgada.
No sé si la sanción que recibiste es desproporcionada. Sé que nadie puede cometer el mismo delito repetidas veces sin recibir prisión efectiva.
Recuerdo el caso de Gisela, el de Mónica Adaro, el de Yesabella. Encima, no acudiste al requerimiento de la jueza. Tu abogado, si estaba ocupado, debió delegar a otro.
La difamación es un delito. No tiene prisión efectiva, a no ser que haya reincidencia. Creo, sinceramente, que tu abogado debió instruirte desde la primera vez, para que tu trabajo no traspasara la frontera.
Los jueces no pueden quedar pintados en la pared. Ellos deben aplicar la ley. Tu sentencia está ajustada a la ley.
Me gustaría comentarte todo esto personalmente. No somos amigos, pero nos tratamos con respeto. Después de la euforia, espero que tengas momentos de tranquilidad para escuchar puntos de vista no complacientes, pero tampoco apasionados.
Me atrevo a aconsejarte, quizá contra tu abogado, que aceptes la solicitud de Paolo Guerrero de una rectificación.
Cuando un derecho se conculca, debe reponerse. Guerrero está dispuesto a retirar la demanda. Aunque no lo hiciera, deberías rectificar.
Eso no te va a quitar nada, más bien les va a dar valor a todas las otras informaciones con las que no has infringido derechos. Va a significar que reconoces el límite de la ley y que lo que publicas es legítimo en todos sus alcances.
Los periodistas no debemos colocarnos por encima de la ley y el derecho. No somos un superpoder. Tenemos límites. En el caso de líderes de opinión como tú, es decisiva la delimitación de esa delgada frontera.
Lamento lo que te sucede, te deseo suerte. Y luces nuevas sobre el caso.
Página Editorial de La República. Domingo 19.10.08
http://www.larepublica.com.pe/content/view/250884/481/