18.10.08
Presidente de Corte Suprema pide respetar el fallo de jueza Cabrera
Francisco Távara rechazó que se trate de una maniobra distractiva. Especialista considera que fallo judicial está bien fundamentado
Francisco Távara, presidente de la Corte Suprema, solicitó respeto por la resolución de la jueza María Teresa Cabrera Vega del Juzgado Penal 27 de Lima (quien condenó a Magaly Medina a cinco meses de prisión efectiva) y descartó enfáticamente que se tratase de "una cortina de humo".
En declaraciones a CPN Radio, Távara sostuvo que la ciudadanía tiene derecho a criticar las decisiones judiciales, pero afirmó que estas deben respetarse. El titular del Poder Judicial explicó que tomaría un par de meses la apelación a la condena presentada por la defensa de la periodista.
Por su parte, el titular de la Corte Superior de Lima, Ángel Romero, también desechó la tesis de la cortina de humo. "La sentencia iba a ser leída antes de que se desatara el escándalo de León y Quimper, pero a solicitud de los abogados de Magaly Medina se postergó hasta el 16 de octubre", aseguró tras destacar la calidad profesional de Cabrera, quien es jueza penal desde el 2002.
Romero aclaró que la magistrada no era una simple "instructora técnica" como había afirmado el abogado de Medina, César Nakazaki.
El fallo de la jueza Cabrera, que también condenó al productor de Medina, Ney Guerrero, a tres meses de prisión efectiva, estuvo bien fundamentado, según indicó a El Comercio el penalista Luis Lamas Puccio.
"La señora Magaly ya había sido sentenciada anteriormente y, a pesar de ello, ha continuado en su actitud difamatoria. De acuerdo con lo que se observa en el fallo judicial, la jueza ha querido decir que si no se pone coto a este tipo de actitudes, puede continuar el acto difamatorio. Eso está bien porque la pena debe tener una función preventiva y protectora de la sociedad", indicó.
El especialista resaltó que en la resolución ha quedado claro que el derecho a informar tiene que ser coincidente con el derecho a la honorabilidad de las personas. En el fallo se lee que "el honor no se puede menoscabar a consecuencia del ejercicio de la libertad de expresión". Sostuvo que Cabrera hizo hincapié en que Medina tenía la responsabilidad de confirmar la veracidad de la información que publicó y no lo hizo.
En la resolución se dice que la conductora "no puede pretender eludir su responsabilidad argumentando que por confianza en su equipo de investigación y en el fotógrafo de la revista da por ciertas las informaciones y las publica tanto en su revista y en el programa de televisión".
En el documento al cual El Comercio tuvo acceso se señala que se ha acreditado la culpabilidad de Medina y Guerrero en el delito de difamación y se establece la condena debido a que, según "las condiciones personales de los agentes, es altamente probable que pretendan volver a cometer otro delito semejante, por lo que resulta necesario reivindicar el derecho al honor como derecho fundamental".
Nakazaki dijo que su patrocinada no era responsable. "Un director asume la veracidad del trabajo que lleva a cabo su unidad de investigación, jurídicamente el que tiene la responsabilidad es el periodista o el jefe, pero no el director", precisó. El letrado señaló que se ha violado el derecho a probar, pues --según él-- la jueza desestimó los testimonios de Jaime Bayly y Efraín Trelles porque eran referenciales. También dijo que Cabrera tomó las declaraciones a Paolo Guerrero sin notificar a la defensa para evitar un contrainterrogatorio.
En tanto, Tatiana Bardales, abogada del futbolista, anunció que apelará la sentencia porque considera que Medina merece un año de prisión como mínimo. Aseguró que las pruebas presentadas desvirtuaron los testimonios de Magaly Medina y su fotógrafo. Precisó que tanto las cámaras de vigilancia como los comprobantes de pago que hizo Guerrero en el restaurante y los boletos de una playa de estacionamiento demostraron que el jugador y su acompañante no pasearon en la madrugada como aseguró Magaly Medina en su programa y revista.
Paolo Guerrero considera que por fin se hizo justiciaEl futbolista Paolo Guerrero expresó su satisfacción por la sentencia de cinco meses de cárcel dictada el jueves contra Magaly Medina y consideró que "finalmente se hizo justicia" al afirmar que la conductora de televisión dañó su imagen con la denuncia de indisciplina que difundió el año pasado.
"Pienso que se hizo justicia. La decisión tomada por la jueza demuestra valor porque no ha tenido miedo en aplicarle una sentencia", indicó el jugador desde Alemania al noticiero "24 horas".
"No le deseo esto a nadie; sin embargo, ella cometió un acto malo contra mi persona. En las calles me gritaban borracho a pesar de que no había cometido ningún acto de indisciplina", agregó el futbolista del Hamburgo de Alemania.
"Gracias a Dios, todo lo que es incorrecto y malo se paga", precisó.
Sin embargo, señaló que podría retirar la acusación contra Magaly Medina si esta se retracta respecto de la información vertida en su revista acerca de que él abandonó la concentración de la selección nacional antes de un partido clave.
El constitucionalista Aníbal Quiroga descartó que la conductora de televisión pueda salir del penal de Chorrillos así Paolo Guerrero retire la acusación que presentó en su contra.
A través de CPN Radio, sostuvo que al existir una condena del Poder Judicial debe cumplirse, por lo cual queda al margen la posibilidad de que las partes se reconcilien.
DEL CONSULTORUn caso para aprender*Cuando surge un caso mediático de gran impacto, como el encarcelamiento de Magaly Medina y su productor, Ney Guerrero, hay que aceptar que las pasiones encendidas y las posiciones encontradas van a dominar el debate y no la racionalidad. Entonces, es más conveniente que nunca seguir el sabio consejo de distinguir entre hechos, opiniones y rumores.
Entre los hechos de este caso están que el honor es un valor social amparado legalmente en todo el mundo, que el futbolista Guerrero denunció ante la autoridad una violación de dicho derecho y que la autoridad competente le dio la razón e impuso la sanción de ley que consideró apropiada para lograr la resocialización de los denunciados.
Entre las opiniones que circulan a favor y en contra de la decisión judicial están sobre todo las de los afectados, los periodistas y los abogados, todos pugnando por lograr que su punto de vista sea considerado como la verdad.
En cuanto a los rumores, están las referencias que se hacen a actuaciones ocultas ("cortinas de humo") de políticos y autoridades ajenos al caso.
En medio de esta maraña de hechos, opiniones y rumores, que continuará por mucho tiempo, los ciudadanos podríamos propiciar un mayor esfuerzo de reflexión, a fin de situar cada arista del caso en su verdadera dimensión.
Igualmente, podríamos aprovechar la lamentable pérdida de la libertad de dos personas, para darnos cuenta de que no hemos tenido éxito en lograr que algunos valores se instalen y actúen cotidianamente entre todos.
Finalmente, debería ser causa de especial preocupación observar que este grave decaimiento conductual se sigue manifestando en algunos responsables del manejo cotidiano de los medios de comunicación social.
En suma, todos, no solo los condenados en este caso, tenemos una oportunidad de aprender bastante de él.
Ojalá que sepamos aprovecharlo. * José Perla. Experto en legislación de comunicaciones
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/Juan Gargurevich Columnista
¿Defender a Magaly Medina? Tomar partido por Magaly Medina ¿significa defender la libertad de expresión? Menudo dilema que enfrentamos quienes hemos trajinado algunas veces en redacciones y sufrido hasta persecuciones por presuntos excesos. Pero un profesor de periodismo debiera tener una respuesta a mano porque es absolutamente seguro que sus alumnos lo interrogarán al respecto.La verdad es que desde la Declaración de los Derechos del Hombre se advirtió que el ejercicio del periodismo debía ser bajo responsabilidad y que las transgresiones serían reprimidas por la sociedad. En sistemas autoritarios se llegó hasta la pena de muerte; en los democráticos se optó por las sanciones económicas y eventualmente por la prisión efectiva, que es el caso de la periodista Medina.(Los feroces periódicos sensacionalistas ingleses, los más invasores del mundo, se baten a diario en los tribunales y las sentencias condenatorias van por lo general para las empresas, no a los periodistas).Los colegas que trabajan temas personales están obligados a vigilar los límites que separan a la información de la injuria, de la cobertura simple a la invasión de la privacidad, a la verdad de la mentira. Las transgresiones los convierten en pasibles de reclamo y eventual castigo judicial. Y se insiste en que debiera ser la ética, la deontología, la que rija esas relaciones. Se alega que nuestro Poder Judicial ha afirmado su majestad con la sentencia. Pero recordemos que durante diez años la prensa popular llamada "chicha" de Montesinos y Fujimori insultó con absoluta impunidad a quien le dio la gana y ninguna querella prosperó por el control gubernamental sobre las decisiones judiciales. Que no nos vengan ahora con libertades tradicionales de criterio.En el caso que comentamos hay como ingrediente particular la mala conducta procesal de la Medina. Burlas constantes de los jueces, inasistencias a citaciones, condenas sucesivas de prisiones "no efectivas", todo como parte de una promoción personal que la presenta como la irreverente y valiente por excelencia.Seguimos preguntándonos si debiéramos avalar esas conductas porque, dicen algunos colegas bien intencionados, defender a Medina es defendernos a nosotros mismos de eventuales abusos judiciales dado el precedente. Pero el buen periodismo se defiende solo, hasta donde entiendo. Las arbitrariedades se cometen en regímenes antidemocráticos donde las reglas de juego cambian de tal manera que el abuso se extiende hasta la prensa.Los abogados están por la sentencia; los periodistas reclaman exceso e injusticia. Los profesores de periodismo debemos insistir en que aquel no era siquiera buen periodismo de entretenimiento y que ahora Magaly Medina tendrá que reflexionar sobre su práctica profesional porque no podía ignorar que alguna vez alguien lograría borrarle la sonrisa.