21.10.08

 


Sobre justicia y pasiones
Por: Pedro Morales Paiva. Psicoanalista

Mi abuelita solía repetir "quien siembra vientos, cosecha tempestades". Creo que nuestro personaje se había hecho de un notorio protagonismo desde el papel de temible 'fiscal anticorrupción' de no tan inocentes personajes de la pantalla popular.
El arte del ampay nos ha ido mostrando el lado lamentablemente frágil de la naturaleza humana. Infidelidades, inconductas, falsedades y otros extravíos de sus intimidades han ido ocupando espacios públicos, forzando consecuencias que en la mayoría de los casos, si no en todos, no han sido precisamente gratos, sino más bien gravosos.
En una cultura que, como la nuestra, requiere marcadores éticos y morales, pudiera venir bien una preocupación por hacer este tipo de destapes. Creo, sin embargo, que la finalidad o la consecuencia ha sido otra. Más parece haberse logrado una satisfacción morbosa de ver caer a uno y otro, de nutrirse del chisme, del escándalo.
Más que una función correctiva pareciera haber tenido visos vindicativos, envidiosos y hasta venenosos, en medio de una estructura social que resiente el éxito o que lo malentiende.
La forma en que son presentados los casos en cuestión, los tonos y las pasiones que se dejan entrever en el programa hacen que este se parezca más a una inquisición ávida de almas que condenar.
Al amparo de la libertad de expresión, a la que todos tenemos derecho, es posible que las pasiones nos hagan malas jugadas. Entonces, tenemos que apelar a otros derechos, los que marcan los límites de la información difundida, la necesidad, también moral de basarse en pruebas y verdades sostenibles y no solamente pasiones o creencias. Entre uno y otro lado, también es posible que las pasiones tiñan los hechos de justicia y se excedan los límites y la condena resulte excesiva. Es el lado difícil de ser justos, de rescatarnos de las pasiones y, más aun, de oscuros anhelos de venganza que nos llevan a terminar haciendo lo que intentamos corregir.
Por extensión, dada la naturaleza del personaje y las pasiones que mueve, es natural que algunos se regocijen y otros sufran en estas circunstancias.
Creo que es un momento de reflexión, no solo sobre la pertinencia de la sanción impuesta; es también indispensable percatarnos de que el público que se 'distrae' con estos programas alimenta un lado no tan saludable de sus propias pasiones, aquello que no permite leer el gesto, a veces despectivo, de rebajamiento, de triunfo sobre el sancionado de turno, aquello que engañosamente pretende elevarnos sobre el mentiroso o inmoral.
En un país con graves problemas en el 'ráting mundial de educación', es tiempo de preocuparnos por el ráting nacional logrado por este programa.
Página Editorial de El Comercio". Lunes 20.10.08
http://www.elcomercio.com.pe/Edicionimpresa/Html/2008-10-20/sobre-justicia-y-pasiones.html


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