19.8.09

 

La ley mordaza del APRA: Con la sangre en el ojo
Por: Luis Iberico, Responsable Político de Alianza Para el Progreso –Lima
La sangre de Bagua salpicó en el ojo de Mercedes Cabanillas. Obligada a abandonar el ministerio del Interior por la masacre de policías y nativos, peleó bajo la mesa para arrebatarle a Jorge del Castillo la presidencia de la comisión de Constitución del parlamento. Una vez allí, debuta poniendo en agenda una ley mordaza para la prensa nacional.
En política nada es casual. Mientras los cadáveres desfilaban por la Curva del Diablo, se cortó la señal de "Radio la Voz" de Utcubamba y se canceló su licencia argumentando razones administrativas prontamente desmentidas.
El coro oficialista denunció que las radios lugareñas incentivaban la violencia. La prensa local, y no la tozudez del régimen, resultaba ser la responsable de la tragedia amazonense. El intento de desviar culpas no prosperó, pero quedaron revueltas las entrañas de los halcones del gobierno. De allí a la ley mordaza, distó un paso.
El proyecto que introdujo el aprista José Vargas en enero, ahora es levantado al aire y rastrillado por Meche Cabanillas. Se busca, dicen, regular el derecho de las personas afectadas por afirmaciones inexactas o injuriosas, estableciendo el procedimiento para dar cumplimiento al derecho de rectificación.
Para ello se acorta el plazo de rectificación, se une al "club" a los medios electrónicos (cuidado Útero de Marita) y se señala como tercero civilmente responsable al medio de comunicación, cuando el periodista o el director no cumplan con el pago de las indemnizaciones.
Nadie duda que deban castigarse la injuria, la calumnia y la difamación. Conocemos los excesos de la prensa. Pero ya existe una Ley de Rectificación, y el Código Penal sanciona al difamador, ¿cierto Magaly Medina?
La carga del proyecto, sin embargo, está en el castigo monetario al medio de comunicación al hacerlo corresponsable del exceso. Y los primeros medios en caer serán los más débiles, especialmente la prensa local donde, desgraciadamente, hay terreno fértil y poca plata.
Por improvisación, descuido o desidia, allí suele confundirse prensa con propaganda y opinión con difamación. Y esto se mezcla con el buen periodismo, valiente y veraz, creando la confusión ideal para el zarpazo de la ley mordaza.
También se coloca en la mira a la prensa electrónica, extraordinaria ventana abierta al mundo donde sin mucho capital y bastante coraje –que siempre es bueno combinar con rigurosidad- se destapan los chanchullos que la prensa del stablishment sumerge.
En cuanto a los grandes medios, el mensaje es claro: acortar riendas, para no tener que pagar –en efectivo- las consecuencias de la libertad de sus hombres de prensa.
Apretar al medio para asfixiar al periodista, el objetivo es ese.

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