20.12.09
El libro: 'Memorias de un periodista'
Hace un par de semanas me presentaron a un periodista de treinta años. Para hacerme el simpático (qué manía esta con hacerse el simpático.), le dije que podía encontrar las 'Memorias de un periodista', del gran Indro Montanelli, en el París-Valencia de la calle Pelayo por sólo tres cochinos euros, y en tapa dura.
Hace un par de semanas me presentaron a un periodista de treinta años. Para hacerme el simpático (qué manía esta con hacerse el simpático.), le dije que podía encontrar las 'Memorias de un periodista', del gran Indro Montanelli, en el París-Valencia de la calle Pelayo por sólo tres cochinos euros, y en tapa dura.
El tipo me miró como si yo fuese un marciano y contestó: "¿Quién es Indro Montanelli? No lo conozco." A partir de ahí dejé de hacerme el simpático, de hecho estuve francamente antipático, le di boleto rápido porque lo suyo se me antojó de una herejía imperdonable. ¿Un licenciado en periodismo que no sabe quién es Montanelli? Vamos hombre, supongo que topé con la vergüenza de la profesión.
Pero este es un libro que puede leer todo el mundo porque recoge las vivencias de un testigo clave de nuestro siglo, de una personalidad incorruptible cuajada de dignidad y hombría, de un tipo que nunca se casó con nadie y alternó con todos, de alguien que, sí, a veces es posible, escogió la posición de francotirador e hizo de la independencia su bandera. Indro fue un caso único e irrepetible en la prensa.
Charló con Hitler, Franco, Mussolini, Juan XXIII.Guerreó en Abisinia, cubrió parte de la segunda mundial, le condenaron a muerte, se libró del plomo y el paredón por lo pelos, le tirotearon los de las Brigadas Rojas, montó un diario con 85 años, huyó de Berlusconi cuando se olió la tostada y, sobre todo, fue capaz de decir que era de derechas, de una derecha culta, sensata, liberal y tolerante, en un tiempo en el cual reconocer ese pensamiento provocaba odios, iras y rencores de máxima intensidad.
Hizo de todo, todo lo hizo además bien, muy bien, y encima sin darse aires ni fabricarse una pompa golfa en su derredor.
Obsérvese este toque sutilísimo: siendo un fantástico narrador (véase su historia de Roma y los romanos, donde inaugura un género, como quien dice), no escribió él estas memorias, sino Tiziana Abate, una colaboradora suya que recogió durante varios años sus palabras.
¿El motivo? Indro no lo explica, pero sospecho que le generaba cierto bochorno escribir sobre sí mismo tantas páginas por si acaso caía en el maldito autobombo y las medias verdades de nuestra siempre selectiva memoria.
Indro Montanelli, un caso único en este oficio. Y tienen el libro por sólo tres euritos miserables. Por favor, estudiantes de periodismo, compradlo, descubridle, y no incurráis en analfabetismos funcionales como el del fulano del principio de esta líneas.Con Indro Montanelli se demuestra, como de costumbre, que lo clásico siempre surge de la sencillez.
http://www.lasprovincias.es/20100131/culturas/libro-memorias-periodista-20100131.html
Indro Montanelli, un caso único en este oficio. Y tienen el libro por sólo tres euritos miserables. Por favor, estudiantes de periodismo, compradlo, descubridle, y no incurráis en analfabetismos funcionales como el del fulano del principio de esta líneas.Con Indro Montanelli se demuestra, como de costumbre, que lo clásico siempre surge de la sencillez.
http://www.lasprovincias.es/20100131/culturas/libro-memorias-periodista-20100131.html
