11.4.10
LA HORMONA D ELA CONFIANZA
Miguel Godos
El proceso de socialización del niño empieza en el mismo momento de la concepción. La neuroquímica revela que en el momento mismo de la fecundación del ovulo por el espermatozoide. Se activa cerebralmente un mecanismo de defensa frente al intruso que es la liberación de la hormona cortisol.
Sin embargo, este huevo fecundado, en apariencia indefenso ordena al cerebro que suspenda este ataque agresivo y por el contrario libera una hormona llamada oxitocina denominada la hormona de la confianza que crea las condiciones favorables para facilitar la vida esta nuevo ser.
Es tal la maravilla genética que la oxitocina reconstruye el corazón de una madre con insuficiencia cardiaca o renal creando las condiciones para un embarazo sano y saludable. La píldora del día siguiente no provoca otra cosa que una intoxicación hormonal de efecto letal para el nuevo ser.
La belleza de la mujer embarazada tiene algún ingrediente de oxitocina. Incluso esa sensación de asco repentina y hasta los antojos del futuro padre no son otra cosa que producto de la oxitocina que esta presente en la saliva de la madre que comparte un amoroso beso por esta nueva criatura. Contra lo que pudiese pensarse el feto disfruta y siente la felicidad o infelicidad de sus padres.
Jérme Lejeune (1926-1994), el genetista francés descubridor científico del síndrome de Down -a consecuencia de la presencia de un gene de más- experimentó, un conmovedor estremecimiento en el corazón y en la conciencia, cuando escudriñando con el microscopio entre fetos arrojados como desperdicios a la basura descubrió que una criatura de sólo 21 días de vida.
Un pedazo sanguinolento de carne humana del tamaño del lóbulo de la oreja, sonreía, cuando sobre sus labios se deslizaba un cabello. Este ser humano abandonado como un guiñapo, ante el calor demostraba signos de vida deslumbrante. Este simple gesto humano provocó en el científico un amor extraordinario por la vida. En 1994 por sus convicciones científicas Lejeune fue designado Presidente Vitalicio de de la Academia Pontificia para la Vida. Aunque el Nobel de Medicina le fue mezquinamente negado. Su legado científico tiene hoy un enorme significado.
El amor a los niños, que no aparece en las propuestas de los candidatos, es una necesidad urgente en Piura. Nuestra región requiere una apuesta con garra por la salud y la educación más allá de los terminales terrestres, y la siembras de asfalto y de cemento. Necesitamos acabar con esas distancias abismales entre la escuela pública y la privada.
En donde siendo el común denominador los mismos maestros los resultados son radicalmente diferentes. Por qué? Podrían darnos una respuesta el Sutep, el Colegio de Profesores, las Ongs, la propia universidad. En días pasados un taxista que me conducía me pidió encarecidamente que permitiera que llevara a sus hijos al kínder garden (al Pronei privado) donde una fachosa miss recibió al crío con besitos.
Yo le comenté admirado por el buen trato que así con buen trato es agradable estudiar. Y el responsable conductor y papá me respondió sin pasmo esos besitos me cuestan un ojo de la cara y tengo que hacer taxi más de diez horas diarias.
Piura es un espacio territorio de 96 mil 950 kilómetros cuadrados, son más grandes que Israel y Bélgica me canso de ya escribir. Si dividiéramos el territorio de Piura entre sus habitantes podríamos ubicar 50 a 60 piuranos por kilómetro cuadrado.
Sin embargo vivimos hacinados en departamentitos de 90 a 120 metros cuadrados y quejándonos que estos edificios multifamiliares, no tan económicos, no tiene playas de estacionamiento. Igual sucede con los Mercados Pueblo, once en total que nunca se usaron y vivimos hacinados en un mercado inmundo y asqueroso, en donde cada kilo tiene 800 gramos y en donde todo lo que ahí se compre pese a los remojos para simular frescura está en proceso de descomposición.
Nos hace falta oxitocina para remendar la confianza en nuestras autoridades. Con tantas inversiones debiendo vivir como personas dignas y decentes vivimos como en el pasillo de un hotel que fomenta el puterío porque turistas para recorrer nuestros basurales y ser asaltados a la vuelta de la esquina ya no hay en este mundo en donde todo el mundo se pasa la voz por Internet.
Tampoco es cierto que los chilenos quieran comprar ese muladar llamado mercado. Les recuerdo que instructores de pesca con palangres les preguntaron a los sechuranos. Por qué si predicamos que el mejor alimento es el pescado. Lo vendemos en baldosas sucias y lo envolvemos en hojas de periódico de ayer.
En cambio los zapatos destinados a pisar el suelo están en vitrina. En las iluminadas tiendas del mercado, el centro y en las galerías de Plaza de Sol. Dijeron los chilenos: El día que coloquen su pescado en vitrina. Piura y el Perú serán otra cosa. Así son las paradojas. Creen ustedes que los chilenos desearían comprar un mohoso centro de abastos pasto de la inseguridad? O una historia reciente. Sullana urge universidad cuando el clamor popular a voz en cuello exige seguridad?
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Miguel Godos
El proceso de socialización del niño empieza en el mismo momento de la concepción. La neuroquímica revela que en el momento mismo de la fecundación del ovulo por el espermatozoide. Se activa cerebralmente un mecanismo de defensa frente al intruso que es la liberación de la hormona cortisol.
Sin embargo, este huevo fecundado, en apariencia indefenso ordena al cerebro que suspenda este ataque agresivo y por el contrario libera una hormona llamada oxitocina denominada la hormona de la confianza que crea las condiciones favorables para facilitar la vida esta nuevo ser.
Es tal la maravilla genética que la oxitocina reconstruye el corazón de una madre con insuficiencia cardiaca o renal creando las condiciones para un embarazo sano y saludable. La píldora del día siguiente no provoca otra cosa que una intoxicación hormonal de efecto letal para el nuevo ser.
La belleza de la mujer embarazada tiene algún ingrediente de oxitocina. Incluso esa sensación de asco repentina y hasta los antojos del futuro padre no son otra cosa que producto de la oxitocina que esta presente en la saliva de la madre que comparte un amoroso beso por esta nueva criatura. Contra lo que pudiese pensarse el feto disfruta y siente la felicidad o infelicidad de sus padres.
Jérme Lejeune (1926-1994), el genetista francés descubridor científico del síndrome de Down -a consecuencia de la presencia de un gene de más- experimentó, un conmovedor estremecimiento en el corazón y en la conciencia, cuando escudriñando con el microscopio entre fetos arrojados como desperdicios a la basura descubrió que una criatura de sólo 21 días de vida.
Un pedazo sanguinolento de carne humana del tamaño del lóbulo de la oreja, sonreía, cuando sobre sus labios se deslizaba un cabello. Este ser humano abandonado como un guiñapo, ante el calor demostraba signos de vida deslumbrante. Este simple gesto humano provocó en el científico un amor extraordinario por la vida. En 1994 por sus convicciones científicas Lejeune fue designado Presidente Vitalicio de de la Academia Pontificia para la Vida. Aunque el Nobel de Medicina le fue mezquinamente negado. Su legado científico tiene hoy un enorme significado.
El amor a los niños, que no aparece en las propuestas de los candidatos, es una necesidad urgente en Piura. Nuestra región requiere una apuesta con garra por la salud y la educación más allá de los terminales terrestres, y la siembras de asfalto y de cemento. Necesitamos acabar con esas distancias abismales entre la escuela pública y la privada.
En donde siendo el común denominador los mismos maestros los resultados son radicalmente diferentes. Por qué? Podrían darnos una respuesta el Sutep, el Colegio de Profesores, las Ongs, la propia universidad. En días pasados un taxista que me conducía me pidió encarecidamente que permitiera que llevara a sus hijos al kínder garden (al Pronei privado) donde una fachosa miss recibió al crío con besitos.
Yo le comenté admirado por el buen trato que así con buen trato es agradable estudiar. Y el responsable conductor y papá me respondió sin pasmo esos besitos me cuestan un ojo de la cara y tengo que hacer taxi más de diez horas diarias.
Piura es un espacio territorio de 96 mil 950 kilómetros cuadrados, son más grandes que Israel y Bélgica me canso de ya escribir. Si dividiéramos el territorio de Piura entre sus habitantes podríamos ubicar 50 a 60 piuranos por kilómetro cuadrado.
Sin embargo vivimos hacinados en departamentitos de 90 a 120 metros cuadrados y quejándonos que estos edificios multifamiliares, no tan económicos, no tiene playas de estacionamiento. Igual sucede con los Mercados Pueblo, once en total que nunca se usaron y vivimos hacinados en un mercado inmundo y asqueroso, en donde cada kilo tiene 800 gramos y en donde todo lo que ahí se compre pese a los remojos para simular frescura está en proceso de descomposición.
Nos hace falta oxitocina para remendar la confianza en nuestras autoridades. Con tantas inversiones debiendo vivir como personas dignas y decentes vivimos como en el pasillo de un hotel que fomenta el puterío porque turistas para recorrer nuestros basurales y ser asaltados a la vuelta de la esquina ya no hay en este mundo en donde todo el mundo se pasa la voz por Internet.
Tampoco es cierto que los chilenos quieran comprar ese muladar llamado mercado. Les recuerdo que instructores de pesca con palangres les preguntaron a los sechuranos. Por qué si predicamos que el mejor alimento es el pescado. Lo vendemos en baldosas sucias y lo envolvemos en hojas de periódico de ayer.
En cambio los zapatos destinados a pisar el suelo están en vitrina. En las iluminadas tiendas del mercado, el centro y en las galerías de Plaza de Sol. Dijeron los chilenos: El día que coloquen su pescado en vitrina. Piura y el Perú serán otra cosa. Así son las paradojas. Creen ustedes que los chilenos desearían comprar un mohoso centro de abastos pasto de la inseguridad? O una historia reciente. Sullana urge universidad cuando el clamor popular a voz en cuello exige seguridad?
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