9.12.10
www.piuraweb.com Mario Vargas Llosa a los niños: "Lean un buen libro"
Nuestro premio Nobel fue recibido con saludos en varios idiomas. Animó a los jóvenes a “luchar contra la ignorancia” y a valorar la diversidad como algo fundamental que “enriquece nuestras vidas”
Estocolmo (EFE). El escritor peruano Mario Vargas Llosa invitó hoy a los niños inmigrantes del colegio de Rinkeby, un populoso barrio ubicado a las afueras de Estocolmo, a “leer un buen libro”, porque, les dijo, además de un buen entretenimiento es la mejor forma de progresar y alcanzar los sueños.
“Believe me. Read a good book” (“Créanme lean un buen libro”) fue la frase que pronunció el escritor ante el joven auditorio que expectante esperaba escuchar las palabras del literato en la biblioteca del centro, ubicado a unos 15 kilómetros al norte de la capital sueca y en el que estudian niños y adolescentes que hablan noventa lenguas diferentes.
Poco después de las 15.00 hora local (14.00 GMT, 11:00 a.m. hora peruana), pero con el cielo iluminado ya con la luz de la noche, Vargas Llosa fue recibido a la puerta del colegio por una joven somalí de 14 años y cubierta con un velo.
La alumna condujo al Premio Nobel de Literatura hasta la biblioteca de la escuela tan sólo a pocas horas de que recoja en Estocolmo el preciado galardón de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia.
Mientras Mariem, una de las profesoras de literatura del colegio, ultimaba con otros alumnos los preparativos para agasajar a tan egregio visitante en su periplo por Rinkeby, donde coexisten, como en una auténtica Torre de Babel, razas, creencias y religiones de los cinco continentes.
Y, pese a ser consciente de que “queda poco”, como él mismo dijo, para el solemne momento de recibir el Nobel que tantos preparativos ha requerido, el literato escuchó paciente a los escolares.
UNA CEREMONIA COSMOPOLITA
Primero, los estudiantes le dieron la bienvenida en diversos idiomas, entre ellos el español, el turco, el griego, el polaco y el somalí, y tras el desfile de un coro de niñas que, con velas encendidas, entonaban canciones navideñas en honor de Santa Lucía, un grupo de alumnos leyó un cuento en el que uno de los protagonistas se llamaba Mario.
Tras recordar la vida de Alfred Nobel y cómo surgieron los Premios Nobel, los niños regalaron a Vargas Llosa varios ejemplares de sus trabajos con pasajes de otros galardonados y la vida y obra del escritor peruano.
A continuación tomó la palabra Vargas Llosa -sin darle importancia a la afección que sufre en su garganta a causa las frías temperaturas de Estocolmo- y se dirigió a ese “pequeño pueblo del mundo”, como se conoce a Rinkeby, ejemplo de una convivencia en paz.
LOS DESAFÍOS
El autor, de 74 años y artífice de una de las narrativas más singulares en lengua castellana, animó a los jóvenes a “luchar contra la ignorancia” y a valorar la diversidad como algo fundamental que “enriquece nuestras vidas”.
Tras recordar a los jóvenes la necesidad de crear un orden nuevo dentro de este “caótico mundo”, Vargas Llosa resaltó el papel de la literatura como “puente” entre las distintas comunidades para que los pueblos se puedan conocer y comunicar.
La literatura es para el autor de “La fiesta del chivo” motor de progreso y anhelo de sueños, pero, dijo, además no hay nada que no pueda proporcionar “mayor entretenimiento y felicidad que una buena novela o poema”.
Vargas Llosa fue obsequiado con un ponche caliente, preparado con especias y pasas, además de con dulces procedentes de los diferentes lugares de donde son originarios las familias de los niños, desde los territorios palestinos a Malasia o desde Finlandia a la Tierra de Fuego.
Uno de los alumnos que “más orgulloso” se mostraba por la concesión del Premio Nobel de Literatura a Vargas Llosa era un joven chileno, que definió al escritor como un “hombre bueno que se preocupa por los demás”.
Esta iniciativa, de gran importancia para Suecia y para Rinkeby, surgió en 1988 de la mano de Elly Berg, quien tuvo la idea de hacer junto a los niños un folleto para el Premio Nobel de Literatura de aquel año, Naguib Mahfouz.
Hoy las encargadas son Gunilla Lundgren (escritora) y Lotta Silfverhielm (diseñadora gráfica), quienes han llevado hasta las aulas del centro a Premios Nobel como José Saramago, Günter Grass, Jean-Marie Gustave Le Clezio o Orhan Pamuk.